Facsímil

Una vez más, antes de seguir
y dirigir mi mirada hacia adelante,
levanto solitariamente mis manos
hacia ti, hacia quien yo huyo,
a quien en lo más profundo de mi corazón
consagré solemnemente altares
para que en todo momento
tu voz vuelva a llamarme.

Allí, profundamente inscritas, arden
las palabras: Al Dios desconocido.
Vuestro soy, aunque en la banda de impíos
he permanecido incluso hasta hoy:
Vuestro soy - y siento los lazos,
que en la lucha me tiran abajo
y, cuando huir puedo,
me obligan no obstante a su servicio.

Quiero conocerte, desconocido,
tú que profundo en mi alma llegas,
que mi vida atraviesas cual tempestad,
¡tú inaprehensible, pariente mío!
Quiero conocerte, inclusive servirte.

Friedrich Nietzsche

Se trata del primer poema de Nietzsche como tal, aunque sin título y con un final formalmente abierto (sin puntuación alguna), fechado al final de su época en la elitista Escuela de Pforta (1864) justo antes de su paso a la Universidad de Bonn (a los 20 años de edad) Lo Hizo cuando creía  en Dios.

que mi vida atraviesas cual tempestad, ... es curiosa esa frase, que no se supone que nos atraviesa como la calma en medio de la tempestad del mundo?

como siempre , muy buena poesía la suya.

La tempestad era la que vivía el filosofo.

Gracias por comentar el poema. Saludos, Diego.